miércoles, 3 de octubre de 2018

7 poemas de Westonia Murray




El saquito de té
Suelta su secreto
A altas temperaturas
Me podía quedar quieta
Viendo la pava hervir
Silbar unos minutos su llamado
Como en su momento oí
Mi escritura bullendo    Guardada
Lo que puede permanecer
Tanto tiempo al fuego
Tiene que ser poderoso.


-



En el cielo de principios de marzo
El viento movía la columna de humo
Del fuego encendido
Con madera mojada
No había nada que yo pudiera hacer
para ventilar mi corazón
Prendido a medias
Por amores débiles


-


No me tocó ser trovadora
Viajar y cantar mis canciones
Beber todo el día
Los versos llegaron mucho después
Que los amantes
Amigas    Quién puede hablar
a una sola tarde de inspiración?


-


Cincuenta años me tomó
Poner sobre la mesa mis amores
Y hablar   Digamos   De aquella axila
Llega un momento en que una
Debe contarse su vida
Y empezar    Por qué no
Por esta o aquella pequeñez



-


Te acordás   Te acordás
De los detalles?
Eso es lo que dicen
Estos poemas


-


Flores que duran una noche
Pelos de amantes
En la almohada

-


Miro la taza
El té se ha oscurecido
Fui feliz?




**Wstonia Murray, Biografía en los saquitos de té, traducción de Tom Maver, Editorial Llantén 2017

lunes, 1 de octubre de 2018

3 poemas de Tifanny Atkinson







Me preparaste el té
mientras sacudía el agua de la campera.
Te agachaste para entrar en la cocina,
pero manejaste las tazas como si hubieran sido
las fontanelas de dos hijos pequeños
cuya foto va calzada en las caderas de tus jeans 501.
Hablamos de- ¿qué? No mucho.
No ibas a saber cuánto me conmovió tu forma
de agarrar la cucharita,
de qué manera los tendones de tus manos anchas, adivinas
me dieron ganas de huir.

No hubieras sabido
cuando te inclinaste para cuidar una planta
que tu camisa se abrió apenas, como una sonrisa.
Separaste las hojas y arrancaste
un brote verde y diminuto. Mejor hacer eso
con los más nuevos, dijiste.
Pensé en la sal en el hueco
de tu brazo donde late una vena fina.
En cómo sería conocer
tus nudos, tus vetas, tu latido;
el crujido de las semillas de tu corazón.




EN ESTA

él viene del jardín desnudo
con una brazada de acelga.
El pelo enrulado hasta la clavícula, y tiene
aros, porque con cada movimiento algo
juega con la luz. Y no es
poca cosa, no. Es un hombre planetario. Su
piel tiene sol en el inconsciente, no como la
mía. Está silbando, brillante y abstraído.
Estoy segura de que no es de por acá.

Claro que yo no tengo jardín. Sin embargo,
un florero de lirios  tiñe el aire con un aroma
a leche derramada. Y a él le encanta conversar.
Aunque yo hable como un marido en una tienda de ropa,
no le importa. Podría gustarme él,
así las cosas. Y él sabría hacer margaritas
con los ojos vendados. Una vez pregunta, ¿en qué andabas
cuando te encontré esta mañana?
Estaba sólo escribiendo. Mirá. Una historia probable.


DESEO


Sus arpegios estrafalarios
y sus avatares. Roban
como moscas. El truco de los doce compases.
Para creer que me lo saqué de encima.

Meciéndome toda la noche en los bordes del sueño.
Y el corazón es un sucio desertor.



**Tiffany Atkinson, El hombre cuya mano izquierda pensaba que era un pollo, Traducción de Inés Garland y Silvia Camerotto. Ediciones Gog & Magog 2013 1ra ed.-

sábado, 8 de septiembre de 2018

3 poemas de Rodolfo Alonso




N.

Si yo te hubiera dicho: el corazón es una fruta enorme. Si te
hubiera cantado con estas palabras de descontento y de traición,
si hubiera abierto una sola de mis llagas, podrías hoy dormir a
mi costado.

Pero el cansancio espera y esto es mucho. La vida no da más de
lo que se le pide. Las distancias se agrandan o se rompen.

La tierra tiene un ritmo.




QUERER ES PODER

desnudos
ante la noche o la miseria

la mirada sangrante
hace la luz del día



OLOR A LLUVIA

El aire trae de pronto recuerdos del olvido
con sabor a horizonte, hierba húmeda y ausencia.
Color difuso y neto, casi como sin dueño,
máscara o habitante, límpidamente orgánico,
cargadamente etéreo. Espíritus, espíritu;
huellas de una memoria que gira en su vacío
repleto: fuegos, cuerpos, dioses, rastros, palabras.


** Rodolfo Alonso, 25 poetas argentinos contemporáneos, Ediciones Papiro, Fundación Sales, 2005, 1ra ed. Compilado por Osvaldo Svanascini.


domingo, 2 de septiembre de 2018

3 poemas de Ángel González


En las manos de mi hija



PREÁMBULO A UN SILENCIO

Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas
cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un
árbol  -en verano-
y se calla.

(¿Dije tranquilamente?: falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando la hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una
caja de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las
casas que permanecen indiferentes al paso de la
primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos
de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente  arraigada a la materia efímera de las tejas a
punto de ser polvo.)

Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada responde:
Ángel,
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
-quiero decir: las uñas-
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.



ESO ERA AMOR

Le comenté:
-Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
                  -¿Te gustan solos o con rímel?
-Grandes,
               respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.



DATO BIOGRÁFICO

Cuando estoy en Madrid,
las cucarachas de mi casa protestan porque leo por las
noches.
La luz no las anima a salir de sus escondrijos,
y pierden de ese modo la oportunidad de pasearse por
mi dormitorio
lugar hacia el que
                           -por oscuras razones-
se sienten irresistiblemente atraídas.
Ahora hablan de presentar un escrito de queja al presidente
de la república,
y yo me pregunto:
¿en qué país se creerán que viven?;
estas cucarachas no leen los periódicos.

Lo que a ellas les gusta es que yo me emborrache
y baile tangos hasta la madrugada,
para así practicar sin riesgo alguno
su merodeo incesante y sin sentido, a ciegas
por las anchas baldosas de mi alcoba.

A veces las complazco,
no porque tenga en cuenta sus deseos,
sino porque me siento irresistiblemente atraído,
por oscuras razones,
hacia ciertos lugares muy mal iluminados
en los que me demoro sin plan reconcebido
hasta que el sol naciente anuncia un nuevo día.

Ya de regreso en casa,
cuando me cruzo por el pasillo con sus pequeños cuerpos
que se evaden
con torpeza y con miedo
hacia las grietas sombrías donde moran,
les deseo buenas noches a destiempo
-pero de corazón, sinceramente-,
su inoportunidad,
su fotofobia,
y otras muchas tendencias y actitudes
que -lamento decirlo-
hablan poco en favor de esos ortópteros.



**Ángel González, Palabra sobre palabra, Obra completa (1956-2001), Austral.

jueves, 23 de agosto de 2018

3 poemas más de Nika Turbiná




UN NIÑO CIEGO
sobre un montón de basura
juega con fragmentos de vidrio.
Y en sus ojos muertos
irradia el sol,
que él desconoce.
La luz brilla
en los vidrios cortantes,
sus dedos temblorosos
revuelven la basura
creyendo que son flores
que brotan
bajo el cielo
del paraíso.
El niño ciego
recibe feliz cada mañana
sin saber que detrás
de su pequeña espalda
siempre está la noche.

1983

*

EL OLOR DEL MAR ES AMARGO.
Junto al agua,
un cangrejo perezoso
camina hacia atrás.
Los pies descalzos
en la arena,
las huellas quedan lejos.
Cuando el espacio que ves
es tan azul y sonoro,
no resulta terrible
ser una misma.

ITALIA 1985


*


CON QUÉ ALIMENTA A SU CRIATURA?


¿Con qué alimenta a su criatura?
¿Le da el pecho? ¿Papilla?
Y yo contesto: le doy versos...
¿Qué le dice cuando la acuesta en la cuna?
¿Dormite cariño?
Yo le digo: ¡no duermas!
Te meceré
por la mañana y por la tarde,
te llevaré al jardín
para que estemos a solas...
Pero no te duermas de noche
y hablá conmigo.
Te di a luz -no recuerdo cuándo-
si en la lluvia, en la nieve
o en la luminosidad solar-
eso lo sabés mejor que yo.
Te convertirás en un poder mágico,
criatura eterna...
¡Querida, no duermas!


1985-1987


**Nika Turbiná, La infancia huyó de mí, Editorial Llantén, 2018, traducción al castellano de Natalia Litvinova.

Nika Turbiná (Yalta, URSS 1974 - Moscú, Rusia 2002)

martes, 7 de agosto de 2018

5 poemas de Nika Turbiná





LUNA ESCARLATA
Luna escarlata.
Acercate
a mi ventana oscura.
Luna escarlata,
mi habitación es negra.
La pared es negra.
Las casas son negras.
Las esquinas son negras.
Y yo también.


1980


¿SABEN ESCUCHAR LA LLUVIA CON LOS DEDOS?

Es muy fácil.
Toquen con la mano la corteza del árbol,
temblará bajo sus yemas
como un caballo mojado.
Toquen con la mano
el vidrio de la ventana por la noche,
¿lo escuchan?
Le teme a la lluvia
pero debe protegerme
de las gotas.
Las acariciaré con mis dedos
a través del cristal.
¡Lluvia!
Puerta,
escuchame puerta,
¡dejame salir!
El murmullo de los ríos invadió la avenida.
Quiero escuchar la lluvia con los dedos
para componer música.


1981


SI ROMPÉS LA FLOR
no lograrás que renazca.
Si matás el arroyo,
no saciarás la sed con su agua.
Subo los siete escalones
de la vida
pero no puedo comprender
cuál de ellos
es mi cumpleaños.


1981


LA VOZ

Por las avenidas del parque,
como una canica de cristal,
tu voz vibrante
se me adelanta.
Corre por los techos,
entre las hojas,
en el susurro del otoño
encuentra su música.
Frena de golpe
junto a ese banco
donde hay
un farol roto.
La risa de tu canica de cristal
lanza chispas
y de pronto el farol roto
se ilumina.


1981


ROSTROS


Hay rostros
en cuyos ojos,
en medio de la noche,
se ven los destellos
del sol saliente.
Voy por un camino polvoriento,
mis pies cansados laten.
Yo creo en esos rostros
y sé que no los hicieron los dioses.


1983


**Nika Turbiná, La infancia huyó de mí, Editorial Llantén, 2018, traducción al castellano de Natalia Litvinova.

Nika Turbiná (Yalta, URSS 1974 - Moscú, Rusia 2002)

viernes, 3 de agosto de 2018

4 poemas de Raúl Zurita






CORDILLERAS  IV


El frío es el alba de las pérdidas
amanecían gritando estos paisajes


i.     Estamos enfermas   gritaban las cordilleras congelándose en
sus alturas

ii.    Estamos muy enfermas respondían las llanuras de la pradera
central   traspasadas de frío   como contestándoles a ellas

iii.   Pero sabían que es el frío el maldito de las cordilleras y
que nada más que por eso se hubo de yacer junto a los Andes
hasta que la muerte nos helara con ellos    desangrados en
vida   frente al alba   sólo para que revivan los paisajes



PASTORAL

Chile entero es un desierto
sus llanuras se han mudado y sus ríos
están más secos que las piedras
No hay un alma que camine por sus calles
y sólo los malos parecieran estar en todas partes

¡Ah si tan sólo tú tendieras tus brazos
las rocas se derretirían al verte!



PASTORAL DE CHILE


Chile está cubierto de sombras
los valles están quemados, ha crecido la zarza
y en lugar de diarios y revistas
sólo se ven franjas negras en las esquinas
Todos se han marchado
o están dormidos, incluso tú misma
que hasta ayer estabas despierta
hoy estás durmiendo, de Duelo Universal



PASTORAL DE CHILE


VII

¡Que canten y bailen, que se rasgue el cielo!
porque han reverdecido los pastos sobre Chile
y mi amor no se ha olvidado de mí
Porque no ondearán
las banderas de luto ni cometeremos falta
cuando arrasados de lágrimas volvamos a encontrarnos
y mis ojos se iluminen y tu voz se entrecorte



** Raúl Zurita, Anteparaíso, Ediciones Universidad Diego Portales 2016, 2da ed.-

miércoles, 1 de agosto de 2018

3 poemas de Eduardo Espósito





LA MUERTE AL RAS DE LOS TOBILLOS

Hace sueño
absurda la muerte
al ras de los tobillos
como invadiendo el tuétano
como esperando

Hace
y es una evocación ingenua
doliendo a perpetuidad.



ESPECIES

He visto a mujeres
comerle la cabeza a sus amantes
a la manera de una mantis religiosa
Estimular sus últimos espasmos
desprovistos
ya de toda voluntad
Sorberles el seso con fruición
concertando ingestas con orgasmos
He visto a mantis religiosas
elevar al cielo sus artejos
para pedir la bendición por dicho almuerzo
Lo he visto en los insectos
He visto a mujeres religiosas
acariciar el bocado con la lengua
tratando de cenarme entero
sin dar gracias siquiera.



TAI-CHI

Levanto la mano izquierda
hasta generar un viento
con aliento a células

Levanto la mano derecha
y capturo el alma
que le diera origen

No son dos
las manos que me envuelven

Son una sola ingenuidad
peinando ángeles.



**Eduardo Espósito, Poesía Completa, Ombligo Cuadrado 2018




lunes, 18 de junio de 2018

3 poemas de Brian Alvarez





DEFINICIONES DE RANELAGH I

No dejes de buscar el rumbo porque otros te hayan dicho
que era una estupidez. No bajes
la marcha o la mirada: Ranelagh existe.
Por ejemplo: es un pueblo de astilleros, que levantaron
ciento once mujeres
y ciento once hombres
al interior de una caja
de fósforos.



ANÁLISIS DE LA ZONA OESTE
(INFORMACIÓN CLASIFICADA) I

Se sugiere empezar con un verso para el recuerdo.

Al calor de esa creencia, los ruidos que hace
la cuchara que raspa el fondo de la olla
son un factor de distracción.

Concentremos la mirada. Enderecemos
el cuerpo en la silla hacia graves
o agudos. El raspón chilla
y no te deja ejecutar el disparo:
la cuchara es ese rumor que chupa el ojo.

Ahora pudiste.

La cuchara es el fondo de la olla,
la mano toca ese ruido, trae ese ruido.

La mano en la cuchara y ese ruido
fabrican el fondo de la olla.



ESPACIO EN OBRA II

La madre de las enciclopedias incluye la siguiente entrada:

La palabra hogar proviene del lugar donde se encendía el fuego, a 
cuyo alrededor se reunía la familia para calentarse y alimentarse.

Salvo familia y fuego, el refugio que armaste en línea tiene
todos los elementos necesarios para soportar una definición.

Al margen: estar en línea también significa estar en forma.



** Brian Alvarez, Ranelagh, La carretilla roja ediciones, 2018.



miércoles, 16 de mayo de 2018

7 poemas más de Jorge Curinao





EL ESPEJO

El mar se mueve adentro.
Soy el que te sonríe desde un ataúd.




PAISAJE

A veces
a mí también me quisieron.

Era verano
y un pájaro golpeaba desde afuera.




ESCRITO EN EL BARRO

¿Qué hace la palabra mal escrita
con las heridas mal nacidas?

¿Qué hace la memoria
cuando todos duermen?

¿Y cómo será llorar de presencia?



**(de Cactus, 1ra edición, Santa Cruz, Edición de autor 2010)



*


En la noche

no en la oscuridad

las palabras rezan.



*


Como cuando el silencio es posible

y las palabras empiezan a temblar.


*


Todos los días pido

tener las fuerzas que no tengo.


Un hombre poco sensible

puede despertar con una flor en la boca.



*


Sólo las flores caídas saben que son flores.



**(de Nadando, 1ra edición Río Gallegos, Edición de autor, 2012)




**Jorge Curinao


sábado, 12 de mayo de 2018

5 poemas de Alejandro Schmidt





LA LLUVIA EXISTE


el tartamudo de las estrellas
la asunción de la pena
los derroteros del insomnio
la brújula del espanto
el breve sol de un triunfo
la rosa de los vientos en manos del ogro
el horizonte de los esclavos
el cuerpo del amor crucificado
la luna a caballo de sí misma
existen

de todo lo demás no estoy seguro.


O QUÉ

vivimos extrañados
o qué?

no estudio magia
dispongo silencios

realidad, unida mentira

vivir cierra sus manos.


LINTERNA DE CEMENTERIO

Y todos llegaremos 
a casita.


VOLVÍ A LOS POEMAS 

como a un montón de trapos
que envolvieran
¿la rosa impavida del aire
el calor
de una ceniza?


ALGO QUE OLVIDÉ DECIRTE


al perro de mi corazón

no lo asustes
no lo asustes


**Alejandro Schmidt, Otros Rayos, Borde perdido editora, 2016

viernes, 11 de mayo de 2018

4 poemas de Jorge Curinao






IV

Recuerdo un viaje a Bariloche. Era verano y el mar ardía.
Yo aún era un niño. Recuerdo unos payasos en la plaza y
la sonrisa de mi hermano reflejada en el rocío de la tarde.
Recuerdo las fotos con el perro. Recuerdo el baño del hotel.
Recuerdo cómo se abrían los caminos al cerrar los ojos.


VI

Lo más terrible sucedió. Todo se rompió. Después de tantos
meses, volví a ver mis manos en aquella tarde azul. Los
flamencos danzaban.


XVI

Cada tarde, abríamos las ventanas para darle paso al tiempo.
La casa tenía el rumor de los grillos perdidos. A veces, el
color era el mismo. Descubrir uno distinto, era toda nuestra
aventura.



XXVIII

En cada rezo, mis manos no tienen dueño. No hay, fuera
de ellas, una conspiración. Nos llevará varios siglos de
distracciones pero, al final, pondremos la atención en las
sombras. Dios es una palabra y el argumento termina aquí,
donde el viento tajea.


**Jorge Curinao, Otros animales, 1era edición de autor 2014.

jueves, 3 de mayo de 2018

4 poemas de Diego Roel





TERRITORIO

Este suelo no es de oro:
estamos obligados a escalar el abismo.

Dijiste:
sólo manos verdaderas escriben poemas verdaderos.

El oficio exige absoluta precisión,
manos curtidas por el roce de las cosas,
una mirada que penetre
la niebla del día y de la noche.

Sí, es necesario un cuerpo que se prolongue hasta tocar
aquella línea en perpetuo movimiento
donde los otros cuerpos se deshacen.

El oficio exige absoluta precisión.



DE UMBRAL EN UMBRAL

Desde un brote del cielo
cayó tu voz en mi cabeza.

Atraviesa el mar, atraviesa el mar,
pinta tus alas con púrpura.

¿Quién se demora en los pozos?
¿Quién arroja la arena en las urnas?

Desde un brote del cielo
cae tu voz.


UNA LÁGRIMA RETORNA A SU OJO

¿Quién habla en la casa llena de sombras?
¿Quién llora en la sala de los gritos?

¿Quién puede, todavía, cantar?

Mi cuerpo es la leña de la noche.


HOGAR

El fuego declina en las cumbres.

La noche zumba y crece.



**Diego Roel, Shibólet, Griselda García Editora, 2018.




miércoles, 25 de abril de 2018

4 poemas de Paula Novoa





OTOÑO


7

Delante de mí camina una pareja:
él la abraza, firme.
Ella gesticula.

Los conozco desde siempre
pero no los detengo.

¿Por qué interrumpir el ritual
de dos que están solos
como antes de que yo naciera?


INVIERNO


6

Querías sacar el almendro
para construir nuestra casa.

Hoy,
escribo bajo su sombra.


PRIMAVERA


4

Todos estuvimos en un laberinto alguna vez,
matamos a un minotauro
y seguimos el hilo de Ariadna para salir.
Todos alguna vez versionamos nuestro propio mito.



VERANO


1

No sé si los grillos traen buena o mala suerte,
pero uno se posó sobre mi hombro
y cargué sobre él toda mi fe.


** Paula Novoa, El paso de la babosa, Cave librum editorial, 2018



lunes, 16 de abril de 2018

4 poemas de Hwang Ji-Woo






POR ESTA PUERTA


Si entras por esta puerta, encontrarás un espacio ancho
y si sales por esta puerta, encontrarás un lugar estrecho
porque en esta puerta reside la religiosidad:
Una hierba refleja
la totalidad de la hierba
Con venir de sí mismo
se puede ir y venir muy lejos,
muchos kilómetros
Cada vez que como, doy de comer a una paloma
echando una tercera parte de mi pan
y estoy encerrado
mientras encuentro mi cuerpo cada vez más transparente
Oigo mucho ruido del aleteo de los pájaros
que han entrado secretamente en mi tórax
Quisiera bajar
en una tierra cristalina


MEMORÁNDUM PARA EL ECO

Oh, hierba verde que brota y que se enciende
dentro del fuego, igual que mi cuerpo y alma encendidos
y borrachos por el vino. Ahí cerca, muy cerca
ahí donde, debajo del seto verde, se oye apenas el sonido
del agua más lejana
                                   (¿Dónde nos enterrarán o en qué valle nos oirán?)
saltan a la comba dos arcoíris
Y a su alrededor está colgada mi vida y su mundo



FLORES DE CEREZO BAJO LA LÁMPARA DE VAPOR DE MERCURIO

Florecían los cerezos
en la cuesta del parque de Sachik
y esto me daba tanto dolor
que me quedé locamente embriagado
por no poder aguantarlo más.
Las flores brotaron del más allá
para pasear por aquí bajo la lámpara de vapor de mercurio
para pecar, porque pecar bajo la lámpara es lo más hermoso que
hay en el mundo
por ejemplo, para besar a quien quiera
o romper la botella de aguardiente para marcar la memoria de
         esta noche primaveral tan hermosa

Era algo así como aquel sentimiento de culpabilidad de que te
            morías
después de tu primera experiencia de masturbación en tu
            adolescencia
Y cuando caían todas las flores de una forma horrenda
como aquellas gotas de pecado que caían encima del excremento
yo ya sabía
que un día acabaría así mi vida

Ahora estoy añorando aquel pecado irrecuperable
esa luz criminal
que me dice por fin que la deje

Quisiera felicitarla, es lo único que quiero
este amor tardío
que despido hoy
y miro arriba como si fuera por primera vez
la lámpara de mercurio entre las flores de cerezo
que ha iluminado más esplendorosa esta vida mía.



EL MAR ILUMINA AL ANOCHECER

Un chorlito está de pie con una pata larga y mira de reojo
          distraído
y somnoliento el mar que ilumina más al anochecer.


**Hwang Ji-Woo, no brilla la luz verdadera, Bajo la Luna, 2011,Traducción de Yong-Tae Min



jueves, 12 de abril de 2018

2 poemas más de José Watanabe






LA RISA

Una cuadrilla de obreros
está desmontando una vieja casona de Barranco.

Con una venia de paseante les pido su consentimiento para
        mirarlos.
Desatan las paredes con barretas, ordenadamente,
hilada tras hilada
                         de adobe.
De repente un obrero llama a los otros
                         y señala
una larga hilada con profundas huellas de perro,
huellas fijadas por el sol de 1910
                         (según la fecha en el frontis de la casa)
Todos acuden y ríen,
largamente ríen, incomprensiblemente ríen.
                        Es que ellos saben,
han recibido la imagen de adobería de entonces:
tendales de adobe frescos y un perro distraído
caminando sobre ellos, imprimiendo sus patas,
y alguien, acertándole con un poco de barro: "¡zafa, perro zonzo!",
y perro zonzo huyendo, asustado y loco, dejando sus huellas
en el barro fresco.
Y eso dio risa,
muy seguramente que dio risa en la adobería de entonces.
Hoy esa risa se oye aquí, en estas bocas,
como un eco que demoraba, hasta que vino.


EL LÍMITE

Negras siluetas de pájaros de cartón pegadas en el vidrio
de los ventanales
advierten a los pájaros de vuelo distraído o ensimismado
que hay un límite en la transparencia del aire.
Los ventanales son sellados, herméticos al invierno
pero también a todo sonido.
En el mundo de afuera
no ladra el perro que, ladrando, espanta palomas,
no se oye la canción silbada del jardinero turco,
no crujen las hojarascas al rodar las bicicletas.
Esos movimientos perfectamente silenciosos
adquieren cierta ritualidad que nos asusta.
Los enfermos somos
una triste fila de ángeles de amplias batas para volar.
¿Quiénes serán nos preguntamos los cinco escogidos (de entre cien)
que volverán al mundo donde cada movimiento
dura con su sonido?
una desesperanza completa sería mejor que la incertidumbre
estadística.
Tienen razón esas negras siluetas en el vidrio, vistas
siempre en el borde difuso de nuestras miradas:
Hacia fuera
es más severo el límite en la transparencia del aire".


**José Watanabe, Poesía completa, Colección La cruz del sur, Editorial Pre-textos, 1ra edición 2005, 2da impresión 2013.

lunes, 9 de abril de 2018

2 poemas de Juana Bignozzi





Para llegar a los hombres de mi vida
-no fueron muchos y sobre todo no los muy esperados-
algunas mañanas atravesé un cementerio y un río
años antes cruzaba inmensos parques al amanecer
y me destrozaba los ojos en el humo de un café
hasta llegar a estas escaleras que no llevaron a parte alguna
ni cielo ni infierno
servidumbres dulces servidumbres
premio de las cuales fueron
abiertas tumbas sombras de panteones


*

he pasado cientos de domingos a solas con tu voz
dibujando tu dedicatoria
hoja perdida en los vaivenes de tu ánimo
nunca logro organizar los días por mí misma



**Juana Bignozzi, La ley tu ley, Poesía reunida, 2da edición, Adriana Hidalgo Editora

viernes, 6 de abril de 2018

3 poemas de Leopoldo Castilla







POBLACIONES

Del carbón, del petróleo
brotan metálicas
con el aguerrido desorden
de los campamentos,
resplandecientes
como muchos peces a los pies del mar.

Todo esplendor devora:
al atardecer
el sol dora las chapas
y las ciudades se ajustician
                   en un quirófano de oro.

Después se hielan.
Brillan como cuchillos.

Y nievan,
              negras,
                         las horas en blanco.



CANCIÓN DE PUERTO VARAS

El agua en vela
no alcanza la orilla

se le va de las manos la idea de la tierra

la orilla
tentadita
la llama la persigue
con las luces de su ceguera

y se le hace agua la boca
                                      de solo verla.

En el lago Puerto Varas
hay infinitos
                      que nunca llegan.



LA ÚLTIMA HORA


En esta hora el mar
hace los peces

la marea baja,
y una larga doncellez
extiende la arena
donde se descalza el agua.

El espejismo descarnó a los hombres
y sólo queda
            la lejura
               de un pájaro.

Ni la soledad sobrevive.
Todo está ido,
despenándose
         en el viento.

Si era fuego la primer comarca

el primer mar
                  fue el silencio.


**Leopoldo "Teuco" Castilla, Coirón, Ediciones del Zorrito, 2011

lunes, 2 de abril de 2018

3 poemas más de Valeria Pariso






10


Si hubiera un castigo -dijo-
sería
no poder
quitar su nombre
ni con uñas,
ni con bueyes,
ni con tinta,
del lugar de la esperanza.


20

Pienso en la belleza del viento cerrándonos los ojos.


40

Del desierto al poema
los pasos son de viento, de sed.
Podría aparecer una flor roja.

Que tu mano me lleve
al lugar de la duda.


**Valeria Pariso, Del otro lado de la noche, El mono armado 2015

domingo, 1 de abril de 2018

3 poemas de Valeria Pariso




2

Despertar: los libros sobre
la mesa de luz / tus manos / las
paredes / las persianas /
el televisor / la tacita de té.

Lo veo. Lo estoy
viendo. / No me rendí. /
No me rendí.


12

Y qué de este entusiasmo /
como si hubiese visto un puente /
un puente devastado / con memoria de
pájaros y palabras sagradas. /
Y vos lo recordaras.
Y a mí no me doliera.


13

Donde termina esta casa existe un muelle.
Un muelle sirve / básicamente / para
dos o tres cosas / primero: para leer
poesía en la parte de abajo / segundo: /
para esperanzarse en la parte de arriba / y tercero:
para fotografiarlo / o dibujarlo / o inventarlo /
según la desesperación / con que se necesite
un muelle.


**Valeria Pariso, Donde termina esta casa, Ediciones de la eterna, 2015

sábado, 31 de marzo de 2018

3 poemas de José Watanabe





FLORES DE PLÁSTICO

Cada uno de estos días del Señor
un vendedor demuestra en mi puerta
que somos menos perdurables que el plástico.

Y ya mi casa está llena
con diversos objetos garantizados irrompibles.

Pero este tiempo de Gracia
comprendiendo que nada puede ser ajeno a los afanes líricos
ha creado hermosas flores en humosos laboratorios.

La urgencia por entregar la primavera
es probable causa de algunas deficiencias:
no hay secreto placer entre el polen y el estambre
ni esa inmemorial premonición
que estremeció al hombre ante la flor marchita.

He visto algunas secretarias
vertiéndoles el perfume de su agrado.

Y a estas alturas
no debe sorprendernos una triste muchacha
deshojando flores de plástico junto a su ventana.



ACERCA DE LA LIBERTAD

Esta mañana han comprado un pájaro
                                             como se compra una fruta
                                                       un ramo de flores.

Dicen que Hokusai compraba pájaros para liberarlos.

También Leonardo
                      pero midiéndoles el impulso y el rumbo.

Posiblemente en la infancia he pintado pájaros
pero jamás les he hallado relación exacta con los aviones.

Estoy tentado a liberar este pájaro
                                            a devolverle
                  su derecho de morir sobre el viento.

Me van a pedir razones.

Sentiré la obligación de hablar acerca de la libertad
pero mi familia que es muy lógica
                                        dirá que afuera solo
                                                      con el viento
                                                      a ver qué hago.



LAS MANOS

Mi padre vino desde tan lejos
cruzó los mares,
                caminó
                 y se inventó caminos,
hasta terminar dejándome sólo estas manos
y enterrando las suyas
                              como dos tiernísimas frutas ya apagadas.

Digo que bien pueden ser éstas sus dos manos
encendidas también con la estampa de Utamaro
                                               del hombre tenue bajo la lluvia.

Sin embargo la gente repite que son mías
aunque mi padre
multiplicó sus manos
                    sólo por dos o tres circunstancias de la vida
o porque no quiso que otras manos
                        pasasen sobre su pecho silenciado.

Pero es bien sencillo comprender
               que con estas manos
también enterrarán un poco a mi padre,
                               a su venida desde tan lejos,
                      a su ternura que supo modelar sobre mis cabellos
cuando él tenía sus manos para coger cualquier viento,
                                                               de cualquier tierra.



**José Watanabe, Poesía completa, Colección La cruz del sur, Editorial Pre-textos, 1ra edición 2005, 2da impresión 2013.

jueves, 29 de marzo de 2018

2 poemas más de Elizabeth Azcona Cranwell




CITA

La amazona de arco iris y muerte se hundió de amor
en el lago sombrío.
Cada noche sin luna su caballo remonta una viudez
de estrellas
para beber del agua que la abriga.


DESPEDIDA DE AMANTES           (a Carlos Ardohain)

Palabras húmedas buscan lugar
entre dos vasos.
Un incienso de hierbas
filtradas hace mucho
nutre la moderada biografía.
la mutación está en los árboles
el canto transformó su melopea.
Pero hay acordes que persisten
lugares acosados por una vieja sed
frases que todavía crispan la memoria
aunque el deseo ya no reine
con su precaria condición
en el cuerpo y las cosas.

Aquél que tantas veces moduló sus inventos
ante el jaque del sol
o se plegó al acento de una vieja cantiga
bajo la cobardía de la luna
hoy es tan sólo un odio delicado
como el contacto entre dos rosas
de colores antípodas.
No hay combate
es apenas la caída de un pétalo
que ningún viento impulsa
salvo el propio corazón de la flor
cansada por lo eterno del día.


**Elízabeth Azcona Cranwell, 25 poetas argentinos contemporáneos, Ediciones Papiro, Fundación Sales, 2005, 1ra ed. Compilado por Osvaldo Svanascini.

4 poemas de Enrique Roberto Bossero






10

IR MÁS ALLÁ DE LAS COSAS
volver la cabeza para ver
sus rostros
sus gestos
dudas de seguir dudando
o celebrarlas
jolgorio de retratos donde
no todos cabíamos+por inmensos.
Superación del tiempo y el espacio
estar delante de los días
corazón angelado latiente de
aleluyas
estar después
en displicencia
preguntándonos si aún existimos o
desertamos ya
sin darnos cuenta.

16

TRISTEZA DE LOS GIRASOLES EN
la noche
sólo comparable a la tristeza del ciego
al que han puesto a mirar
las estrellas.


31

PARIRÁS SIN DOLOR

ganarás el pan con el placer de tu esfuerzo
pobres no habrá nunca
bienaventurados los que sonríen.
                                          Así sea


36

NO PUDIMOS CAMBIAR EL MUNDO PERO
tampoco el mundo pudo cambiarnos
a pesar de todas sus proclamas.
Habitaremos un espacio nuevo
deslumbrados
como un niño ante una suelta de palomas
en la costanera poblada por lunas y
cazadores de peces
en caravana incipiente
retratándonos junto a aquellos que
sin saberlo
nos sucederán en esa
libertad idílica
libertad obsesiva
libertad no condicionada
absueltos de culpa
y cargo
y exceso de inconsciencia.


**Enrique Roberto Bossero, Celebración de la noche, , 2010 1ra edición.




3 poemas más de Raúl O. Artola





VECINOS

A la distancia que los urbanistas pusieron
entre la mujer de la ventana de enfrente
y mi lugar de observación,
yo la cubro en silencio.
Ella deambula con la niña en brazos
mientras pasa su mano por el mentón.
El hombre aparece por detrás
y la abraza suavemente
en el gris de la tarde.
Sin darse vuelta,
retribuye la caricia
y le entrega la niña.
Fuera de la mirada de su hombre,
la mujer junta las manos
en el pecho
y se queda quieta
hasta que cae
la primera gota de lluvia.


CALLES DE TIERRA

Al paso indiferente
de los colectivos
sube la siesta en el barrio.
Los heladeros ocupan esquinas
con la oferta de palitos
último modelo.
Puertas adentro
la clientela se aburre
o goza
masticando el polvo
que le toca en suerte.
Nadie se queja
porque el sol trabaje.


ALTO EN EL SURCO

Tuvo que ser así.
Tomé la sartén
por el mango
y se lo dije:
Me gustás mucho
y me parece
que te quiero.
Y ella, sin inmutarse,
respondió:
Yo también, tonto,
si no, ¿por qué
te creés que estoy acá
desde hace ocho años?
A mí solamente
me salió:
Claro, tenés razón,
no lo había pensado.
Y seguimos cosechando
los tomates.
Los pibes ayudaban,
tan chiquitos.

                                   (a Hugo Muleiro)



**Raúl Orlando Artola, La mirada corta, Antología poética 1976 - 2016, Ediciones La carta de Oliver, 2017

domingo, 25 de marzo de 2018

3 poemas más de Alberto Szpunberg





XLIX

¿Y si fuera cierto
que un hombre y una mujer
comenzaron un día a desnudarse
para celebración de la palabra
nunca dicha?


LV

¿Qué perdura del encuentro
para que los amantes
se despidan hasta siempre
como si las palabras
fuesen
y silencios de qué mar,
junto a qué montaña,
en qué momento?



VIII

No hay después, no hay más tarde, no hay mañana,
sino el gesto de ella en la tibia desnudez que continúa
las horas más duras, las de siempre,
como si todo siempre comenzara.

El aire se inquieta por las cartas que no llegan
y agita las cortinas cerradas a la tarde.



**Alberto Szpunberg, Poesía reunida, Como sólo la muerte es pasajera, Entropía, 2015

sábado, 24 de marzo de 2018

2 poemas de Alberto Szpunberg





XXX

Anoche, un poema que crepitaba
no nos dejó dormir con la incoherencia
de sus palabras anotadas al azar
en uno de los papeles que ahora arde.
Nada ni nadie más que el fuego
dará sentido a las chispas más efímeras
hasta la última razón de las cenizas.


XXXI

Las estrellas ya vivieron esta noche
desde un cielo al alcance de la mano:
¿quién sabe de nuestros pasos, la lentitud
que acompasa la más antigua danza?
Antiguas travesías descifraron a su modo
los jeroglíficos trazados en lo alto:
la tierra se toma ahora toda la noche
para girar, como nosotros, sobre sí misma.




**Alberto Szpunberg, Poesía Reunida, Como sólo la muerte es pasajera, Entropía, 2015

jueves, 22 de marzo de 2018

2 poemas de Raúl Orlando Artola





AHORA

Un atisbo de nada,
el pálido sueño del fuego,
un aire dulce y contagioso,
cenizas de la memoria:
he aquí mi presente y mi todo,
cintura de las horas que me quedan.


POR UN COLOR

Salvo algún nuevo color
del alma en arrabales
que sorprendemos develado
y surgente en la piel
de nuestros días,
salvo uno que otro
          de esos colores, digo,
          poco habitual y heroico,
todo lo demás sigue siendo inmutable.


**Raúl Orlando Artola, La mirada corta, Antología poética 1976 - 2016, Ediciones La carta de Oliver, 2017




1 poema de Elizabeth Azcona Cranwell




ESTO QUE SUBE Y TOCA TU PALABRA

Es un hablar de nieve
esto que sube y toca tu palabra.
Se dobla el otro extremo del espacio
allá donde el verano compromete
la ciudad en que habitas.

Alejada por la tierra implacable
tu cara es el azar de mi memoria.
Centellean los pájaros servidores del frío
y obedezco a los cóncavos designios
que le anuncian con colores helados en las ramas.

Voz de sol en destierro
manos que denominan cosas
entre huellas y pinos solitarios.

Yo sé mejor de lejos tu nombre de flor cruda
jugada en la inocencia.

Rotan su luz opuesta los solsticios
y hay un cambio secreto que le nace al lenguaje
agazapado en un rincón del mundo.

¿Qué punto del espacio
enlaza como un encuentro grave
tu decir y mi ausencia?
Algo ocurre en un sitio del alma
que desconoce sus predilecciones.
Levanto una mirada de fiesta prohibida
limada de una pérdida.
Ya no descubro rosas, las invento
de las sopladas voces de oscuridad y exilio.

Nunca se empieza a amar sin una chispa
de error en la mirada.

La distancia es a veces
mi mudo espacio de reconocimientos.


**Elízabeth Azcona Cranwell, de Imposibilidad del lenguaje o Los nombres del amor.

en 25 poetas argentinos contemporáneos, Ediciones Papiro, Fundación Sales, 2005, 1ra ed. Compilado por Osvaldo Svanascini.

martes, 20 de marzo de 2018

2 poemas de Hector Viel Temperley






DESPUÉS DE LA MUERTE

Después de la muerte,
alma mía,
no me lleves a pasear en coche
por esos aburridos domingos de mi infancia.

Y cuidado, alma mía,
con la luz:
que no te vaya a prender fuego.
(Yo voy a ir sin manos
a tu lado).


EL GUARDAFAUNA

Alguien, además de Dios,
cuida este invierno
la elefantería de Punta Norte
de la Península Valdés,
provincia de Chubut,
República Argentina.

Es un hombre que toma su vida
en broma
y que, del mismo modo,
toma  también en broma
la vida de todos los pequeños y grandes
elefantes marinos,
aunque a veces salga con un máuser
a disparar contra las orcas.
Ese hombre es el joven guardafauna,
que tiene la obligación casi templaria
de mirar hacia el mar día tras día
y doscientos kilómetros
de tierra y viento a sus espaldas,
que pasa solo todo el invierno
recordando las mujeres del verano,
lejos, muy lejos de cualquier ciudad importante,
lejos, hasta el único boliche
que hay en el camino
y que muchos días ni se molesta
en bostezar hacia el vacío.

Por eso Dios, que sabe
lo poco que conoce el guardafauna
de la vida de los pequeños y grandes
elefantes marinos
y hasta de esas piedritas de colores
que caen en el alma
cuando se tiene la obligación
casi templaria
de mirar hacia el mar día tras día
y doscientos kilómetros
de soledad a las espaldas,
se alegra de no ser el único que cuida
este invierno
la elefantería de Punta Norte
de la península Valdés,
provincia de Chubut,
República Argentina.

Y cada fría mañana de sol,
cuando el joven guardafauna
apoya su zapatilla insolente
sobre en vientre de los machos más grandes,
Dios sonríe.



**Hector Viel Temperley, Obra completa, Ediciones del Dock 2013

5 poemas de Antonio Gamoneda




Soy el que ya comienza a no existir

y el que solloza todavía.

Es horrible ser dos inútilmente.


*


Vi la serenidad en los ojos de las reses destinadas a los cuchillos
industriales y los caballos inmóviles en la tristeza;

después, la cal, su luz en los ancianos, y grandes grietas habitadas
por lamentos.


*


Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran
la pobreza y la lluvia.

Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría
si dijese su nombre.


*

Sábana negra en la misericordia:
tu lengua en un idioma ensangrentado.

Sábana aún en la sustancia enferma,
la que llora en tu boca y en la mía
y, atravesando dulcemente llagas,
ata mis huesos a tus huesos humanos.

No mueras más en mí, sal de mi lengua.

Dame la mano para entrar en la nieve.


*


Una pasión fría endurece mis lágrimas.

Pesan las piedras en mis ojos: alguien

me destruye o me ama.




**Antonio Gamoneda, Lengua y herida, Colihue 2010, 1ra edicion.