miércoles, 3 de octubre de 2018

7 poemas de Westonia Murray




El saquito de té
Suelta su secreto
A altas temperaturas
Me podía quedar quieta
Viendo la pava hervir
Silbar unos minutos su llamado
Como en su momento oí
Mi escritura bullendo    Guardada
Lo que puede permanecer
Tanto tiempo al fuego
Tiene que ser poderoso.


-



En el cielo de principios de marzo
El viento movía la columna de humo
Del fuego encendido
Con madera mojada
No había nada que yo pudiera hacer
para ventilar mi corazón
Prendido a medias
Por amores débiles


-


No me tocó ser trovadora
Viajar y cantar mis canciones
Beber todo el día
Los versos llegaron mucho después
Que los amantes
Amigas    Quién puede hablar
a una sola tarde de inspiración?


-


Cincuenta años me tomó
Poner sobre la mesa mis amores
Y hablar   Digamos   De aquella axila
Llega un momento en que una
Debe contarse su vida
Y empezar    Por qué no
Por esta o aquella pequeñez



-


Te acordás   Te acordás
De los detalles?
Eso es lo que dicen
Estos poemas


-


Flores que duran una noche
Pelos de amantes
En la almohada

-


Miro la taza
El té se ha oscurecido
Fui feliz?




**Wstonia Murray, Biografía en los saquitos de té, traducción de Tom Maver, Editorial Llantén 2017

lunes, 1 de octubre de 2018

3 poemas de Tifanny Atkinson







Me preparaste el té
mientras sacudía el agua de la campera.
Te agachaste para entrar en la cocina,
pero manejaste las tazas como si hubieran sido
las fontanelas de dos hijos pequeños
cuya foto va calzada en las caderas de tus jeans 501.
Hablamos de- ¿qué? No mucho.
No ibas a saber cuánto me conmovió tu forma
de agarrar la cucharita,
de qué manera los tendones de tus manos anchas, adivinas
me dieron ganas de huir.

No hubieras sabido
cuando te inclinaste para cuidar una planta
que tu camisa se abrió apenas, como una sonrisa.
Separaste las hojas y arrancaste
un brote verde y diminuto. Mejor hacer eso
con los más nuevos, dijiste.
Pensé en la sal en el hueco
de tu brazo donde late una vena fina.
En cómo sería conocer
tus nudos, tus vetas, tu latido;
el crujido de las semillas de tu corazón.




EN ESTA

él viene del jardín desnudo
con una brazada de acelga.
El pelo enrulado hasta la clavícula, y tiene
aros, porque con cada movimiento algo
juega con la luz. Y no es
poca cosa, no. Es un hombre planetario. Su
piel tiene sol en el inconsciente, no como la
mía. Está silbando, brillante y abstraído.
Estoy segura de que no es de por acá.

Claro que yo no tengo jardín. Sin embargo,
un florero de lirios  tiñe el aire con un aroma
a leche derramada. Y a él le encanta conversar.
Aunque yo hable como un marido en una tienda de ropa,
no le importa. Podría gustarme él,
así las cosas. Y él sabría hacer margaritas
con los ojos vendados. Una vez pregunta, ¿en qué andabas
cuando te encontré esta mañana?
Estaba sólo escribiendo. Mirá. Una historia probable.


DESEO


Sus arpegios estrafalarios
y sus avatares. Roban
como moscas. El truco de los doce compases.
Para creer que me lo saqué de encima.

Meciéndome toda la noche en los bordes del sueño.
Y el corazón es un sucio desertor.



**Tiffany Atkinson, El hombre cuya mano izquierda pensaba que era un pollo, Traducción de Inés Garland y Silvia Camerotto. Ediciones Gog & Magog 2013 1ra ed.-