miércoles, 27 de marzo de 2019

8 poemas de Pablo Dema







ENEMIGO ENEMIGO


1

Se ve a menudo el grosero ardid
de productores televisivos
que consiste en editar frases dichas
por un mismo personaje
a lo largo de su vida
para poner al descubierto
una supuesta falta de coherencia.

Amigo, sé que tu fiel memoria
ha registrado una a una todas mis necedades.
Igual que tus certezas,
mis principios fueron olvidados
o remplazados por otros.
Mes a mes,
semana a semana,
al ritmo del miedo a errar,
a ser rechazado,
a perderlo todo.

Nadie perdura en nosotros,
ni siquiera el oscuro rencor que nos tenemos.


2

Amigo,
anoche soñé con un grupo de personas
que conversaban en un patio.
Estaban rodeadas
de unas piedras muy pesadas
que habían ido a parar allí
sin que nadie supiera quién las había acarreado.
Y nuestros años de amistad eran esas piedras.
Algo pesado e inútil imposible de negar
imposible de mover.


3

Amigo,
cada minuto es turbio.
Aún los de los dulces dedos enredados
y los de tu sueño cruzado
por las pequeñas voces amarillas.
También ésos son opacos.
Resplanceden en cada momento
las perlas negras de la ira.

Pero tus horas de sufrimiento
estás jaspeadas de alegría:
un encaje de hojas y la luz de la tarde en la ventana,
la cercanía de la hora del café,
la presencia inesperada de unas yemas en tu nuca.

Cada minuto es turbio, amigo, lastimado por hebras
de luz.


MI NOMBRE ES NADIE


Amigos,
ahora que ya soy un hombre
y no quiero ser alguien
en la vida
me siento mucho más liviano.
Desde acá los veo
lanzar sus dentelladas
sobre un reflejo fugaz en el agua
que es precioso, sí,
pero no es oro.

Amigos, amigos...
no corran más,
todo lo que hay es de ustedes
pero no es oro
oro no.

VI LAS CARAS DE LAS MUJERES...


Vi las caras de las mujeres
reflejadas en las campanas de vidrio.
Uno de los bultitos
pesaba novecientos gramos.

Ese día,
se acabaron todos
mis problemas existenciales.

En un puño pequeño
habita para siempre
mi corazón indestructible.



UN HILO


Un hilo
de luz
fascinante
los une.

Como si sus auras nimbadas
no supieran todavía
la noticia que los cuerpos conocen.

¡Son dos!

El recién nacido
inventa a la madre
y no sabe que es el mundo.



POSICIONES


1

Te dormiste amamantando
con un brazo en la cadera
y el otro flexionado
sirviéndote de almohada.

Tomé a la beba para llevarla a su cuna.
La cabeza en una palma
y en la otra el resto del cuerpo ovillado.

¿Qué corriente invisible casi corto sin saberlo?

AL sentirme
apretó los labios
y quedó colgada de tu pecho:
colibrí lactante
libando en la más fragante flor.

Sentí una descarga en todo el cuerpo,
la dejé en tu regazo
y salí del cuarto a los tumbos
embriagado de amor.


2

¿Adónde más poner los ojos?
¿Qué batallas librar después?

En los confines de los campos literarios
se ven los destellos de los últimos egos
estallando en el cielo constelado:
ilusorias flores de luz extinta
viajando hacia la nada
de espaldas a la luz mayor en combustión.

¿Cuál sería la posición estratégica
para un corazón encendido
en esa coreografía de fuegos dispares?

Tu pupila roza la zona donde susurra mi voz.
En la intemperie sin fin ocupamos lugares comunes.



**Pablo Dema, Filos, Ediciones del Dock 1ra ed.- 2014



jueves, 21 de marzo de 2019

4 poemas de Viviana Abnur


En las manos de mi hijo. 


Como al descuido acariciás la hoja
acariciás mis poemas sin saberlo
sin mirarme
en la demora
de las últimas palabras
la seducción del muro que cae
apenas un instante
para coser los restos
¿habrá belleza que se iguale
a la demolición?



*


MI abuela cuidaba enfermos
cuenta
que si un hombre está por morir
deja caer la mano hasta el suelo
intenta clavar las uñas
y hasta el último segundo
hurga ahí desesperado
después cielo y tierra se funden a su palma
no se improvisa en vano dice
en ese borde


*

Roto         
roto el vaso
el hilo de luz el techo
la grieta enardecida del panal
las letras sueltas como piedras
rotas
astillas en la piel
y flecos

hemistiquio
nunca supe de partir
quebrar el hueso
en el lugar adecuado



*


Por el idioma que mascullo
pago un precio
de billete perforado
de monedita de bronce
el precio y la etiqueta cuelgan de la mano
no de la prenda


** Viviana Abnur, La pereza, poemas. Macedonia Ediciones 2018, 1ra ed.-

lunes, 11 de marzo de 2019

3 poemas de Carina Sedevich





2

Esta manzana debió ser de Blancanieves:
dura como un músculo, tersa como un cristal,
del tamaño de mi puño y de mi corazón,
oscura como la noche si la noche fuese
roja,
mojada como los mares si el mar no fuera
de sal.



                        -Hija: 

                        estás en mis brazos.
                        Con una de mis manos
                        te alimento.

                        Con la otra
                        contengo un pájaro blanco,
                        vaporoso
                        en tu pulmón.-




3

Margaritas, crisantemos, astromelias.
Conozco el mundo cruzando la vereda
hasta la florería de la esquina
con la hija que no tuve
de la mano.



                            -Sobre el mar, en Finlandia, llega al puerto
                            una gran barca que se llama Eira.
                            Hubiera sido un buen nombre para ella.
                            Y ese azul mustio, que lo lame todo,
                            hubiera sido el jugo de sus ojos.
                            Hubiera sido blanda y alunada.
                            Hubiera peinado
                            su melena con agua.-



4


Es tarde.
El viento corre alto.
Un benteveo calla sobre un cable.
Una paloma en la rama de un sauce.
Dos viejos sosteniéndose uno al otro.
Para los que andamos en el parque
todos los días, bajo el cielo de cal,
cualquier momento
podría ser el fin.
Nos sonreímos.


**Carina Sedevich, Lejanas bengalas estallan, Ediciones del Dock 2018, 1ra ed.-

domingo, 10 de marzo de 2019

7 poemas de Graciela Cros





LA CASA


Si la casa estuviera plantada
donde estaba,
si bajo los escombros,
en los cuartos, los muebles,
hubiera señales familiares,
las huellas de su paso,
del andar que tenía
entre esas paredes
ella
¿respiraría mejor?

¿Sus ojos serían mansos,
bondadosos,
para ver
lo que no hay de aquello
y lo que hay ahora?
¿Para ver
y aceptar
lo que dejó de ser?

Si la casa abriera sus ventanas
a pesar del derrumbe
para que ella viera bajo otra luz
aquello que hubo antes
y luego dejó de estar,
de ser,
la paz,
por fin,
¿vendría?



LA COMPAÑÍA DE LA VIDA


Afuera llueve
y adentro
hay una pequeña huerta
que asoma en las macetas.

Tomates cherry, ajíes, aromáticas.
Bendiciones de invierno.
La compañía de la vida
en sus breves detalles.

Llueve en el frío
del cercano agosto
y el abedul
detrás de la ventana
concentra pajaritos en racimo
anunciando la nieve
que baja de los cerros.
Está ocurriendo todo
ante mis ojos
y alguien
que no quisiera ser
sólo registra tu ausencia.



BANDURRIAS


Las bandurrias
hunden sus picos
en el pasto mojado
por la lluvia de anoche,
De a pares o en grupo
buscan su alimento
con las cabezas inclinadas,
atentas.
Avanzan lentamente,
picotean lombrices
y al detenerse por segundos
parecen comentar
el inicio del día.
La mañana, serena,
las incluye,
yo las observo.
Me siento parte,
feliz también
por esa nueva,
modesta, epifanía.



(del libro Pampa de Huenuleo)



LA NOCHE DE ROTHKO


EL cielo parece una pintura de Rothko,
amarillo en el centro,
ocre arriba
y abajo.
A esta hora
Mansilla come
solo.
Es su cumpleaños.
Pienso en amigos distantes
que, seguro
recuerdan
el nuevo aniversario del poeta.
Pero es así,
cerca, duele;
lejos, falta.
Por suerte hay un papel,
un boleto, una servilleta,
un ticket de supermercado
y se puede escribir
mientras la noche de Rothko
pasa
lenta
al otro lado de la ventanilla
por esta ruta del sur.


A LA NOCHECITA


A la nochecita me pongo a cocinar una feijoada
para Mansilla que viene del desierto
buscando un porqué.
Alguien le dijo que la sé hacer.
Que aprendí en Itabira do Mato, Minas Gerais,
la ciudad donde nació Carlos Drummond de Andrade
y adonde todos saben nunca fui
pero sueño ir.

Con jugo de maracujá, leche condensada
y vodka
hice una jarra de capeta bahiana,
bebida del demonio,
y por si hace falta pasar a la caipirinha
dejé a mano una cachaça envelhecida
del valle de Paraiba que promete.

Un rato antes piqué unos ajos barrigones
en la tabla y un par de cebollas.
Lloré un poco aprovechando la ocación.
Me sentí feliz de estar tan triste.

El cuchillo no tenía filo y lo pasé por la piedra
como si supiera.
Hice igual con la feijoada:
anoche dejé los porotos negros en remojo,
la carne temperada con diversos aromas,
y ahora
mientras pongo el arroz,
espero a la visita,
confío en la inspiración.


MANSILLA


Dice labios y las mujeres nos soltamos el pelo,
lo esponjamos con las manos o la sacudimos
girando la cabeza a un lado y otro
con movimientos rápidos. 

Dice ojos verdes y hay un desmayo momentáneo,
generalizado, sin previo aviso
todos perdemos la noción.

Dice ojos rojos y los hombres experimentan
un peso lapidario en el centro del pecho
mientras las mujeres ejercemos
la superstición y el rezo.

Dice coartada, rehén, y todos
nos tambaleamos un poco, perdemos el equilibrio,
nos aferramos al pasado, a barandas y respaldos de sillas.

Dice sur, araucaria, barda canal, Neuquén,
Roma, Los Ángeles, gramilla, 
padres, dentaduras, perros,
mesa del escándalo, campos de Señor,
y los terapeutas no dan abasto,
ponen el cartel de no hay más turnos,
las ojeras les tapan la cara
y sueñan con playas remotas.

Es que el poeta habla
del nudo que nos ata y no se ve
y todos lo sabemos.

Mansilla dice domingo y la melancolía
se derrama sonámbula como petróleo en el mar,
el Titanic vuelve a hundirse y con él nos vamos todos a pique,
comprobamos que las profundidades marinas 
son cosas de temer, hay oscuridad, desolación y frío.

Pensamos quén vendrá a rescatarnos
de esta caída fatal.
¿Vendrá Mansilla?
¿Vendrá la poesía?

Mansilla dice estepa y las mujeres
giramos como autómatas hasta quedar
de espaldas a la montaña,
achicando los ojos buscamos
la línea de horizonte
pero está perdido
y aunque parezca tonto y sentimental
comenzamos a caminar
para encontrarlo.

No es cataclismo ni profesía,
no es devoción ni desmadre de
la naturaleza,
Mansilla es poeta
y como todos los poetas
ignora su poder.



ADÉLIA


En la mesa del mantel blanco
bungavilias rojas contra pared blanca.

Veo rojo sobre blanco.
Traduzco un poema de Adélia Prado

Manchas de luz en la pared,
una jarra pequeña
con tres rosas de plástico.

La poesía me hace pensar 
que el mundo é a nossa ostra
e gostaria muito
que estuvieras aquí. 


(del libro Mansilla)


**Graciela Cros, Pampa de Huenuleo, Ediciones en danza 2017.
**Graciela Cros, Mansilla, Ediciones en danza 2010