lunes, 1 de octubre de 2018

3 poemas de Tifanny Atkinson







Me preparaste el té
mientras sacudía el agua de la campera.
Te agachaste para entrar en la cocina,
pero manejaste las tazas como si hubieran sido
las fontanelas de dos hijos pequeños
cuya foto va calzada en las caderas de tus jeans 501.
Hablamos de- ¿qué? No mucho.
No ibas a saber cuánto me conmovió tu forma
de agarrar la cucharita,
de qué manera los tendones de tus manos anchas, adivinas
me dieron ganas de huir.

No hubieras sabido
cuando te inclinaste para cuidar una planta
que tu camisa se abrió apenas, como una sonrisa.
Separaste las hojas y arrancaste
un brote verde y diminuto. Mejor hacer eso
con los más nuevos, dijiste.
Pensé en la sal en el hueco
de tu brazo donde late una vena fina.
En cómo sería conocer
tus nudos, tus vetas, tu latido;
el crujido de las semillas de tu corazón.




EN ESTA

él viene del jardín desnudo
con una brazada de acelga.
El pelo enrulado hasta la clavícula, y tiene
aros, porque con cada movimiento algo
juega con la luz. Y no es
poca cosa, no. Es un hombre planetario. Su
piel tiene sol en el inconsciente, no como la
mía. Está silbando, brillante y abstraído.
Estoy segura de que no es de por acá.

Claro que yo no tengo jardín. Sin embargo,
un florero de lirios  tiñe el aire con un aroma
a leche derramada. Y a él le encanta conversar.
Aunque yo hable como un marido en una tienda de ropa,
no le importa. Podría gustarme él,
así las cosas. Y él sabría hacer margaritas
con los ojos vendados. Una vez pregunta, ¿en qué andabas
cuando te encontré esta mañana?
Estaba sólo escribiendo. Mirá. Una historia probable.


DESEO


Sus arpegios estrafalarios
y sus avatares. Roban
como moscas. El truco de los doce compases.
Para creer que me lo saqué de encima.

Meciéndome toda la noche en los bordes del sueño.
Y el corazón es un sucio desertor.



**Tiffany Atkinson, El hombre cuya mano izquierda pensaba que era un pollo, Traducción de Inés Garland y Silvia Camerotto. Ediciones Gog & Magog 2013 1ra ed.-

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