viernes, 30 de agosto de 2019

4 poemas de Alejandro Mendez Casariego




願望


Deseo (Ganbo)


Hubiera querido tocarte
o que me tocaras
y que apenas esos dedos
moviéndose en el arco involuntario
de una inercia
me rozaran sin querer
sin voluntad
que por error
me hubieras alcanzado con un gesto
y para señalarme algo
me tocaras la mano
con el pulgar y el índice
o que en lugar del imperio
de la voz de mando
en la distancia
vasta de nuestra habitación
hubieras acercado
tu aliento al mío para susurrarme
tu deseo de cualquier cosa
que yo pudiera darte
Hubiera querido
que fueras algo más
que la sombra y el peso
de un hombre
sobre mí

*


孤独


Soledad (Kodoku)


La mañana
ha bajado como todas
desde la palidez
junto a las grullas
que se posan y retoman vuelo
sin que nada notable las detenga

Así me poso yo
sobre el día
sin que esto cambie nada
como si ausencia o presencia
no fueran más que un estado relativo
a la disposición
de los objetos de la casa

Pero este estar sin relieve me apacigua
y permanezco en él
sin vuelos perentorios
sin inquietud
sin culpa

Ya todos han partido
la casa está vacía
y nada me requiere
Miro el calendario y pienso:
“No vuelvas hoy”


*


干ばつ


Sequía (Kanbatsu)


Este año se ha aposentado
la sequía
en la tierra

Insidiosa se lleva
la savia, el fluir, los brotes
los últimos matices
la densidad del aire
los olores

Yo me siento sobre los talones
y la observo
acomodarse en mí
como si me conociera
como si siempre
hubiese estado allí


*


平仮名


Hiragana


Trazo mi hiragana
en el polvo que se acumula
sobre la superficie de las cosas

Ésta es nuestra más secreta
y antigua rebelión
Para que no las entiendas
creo palabras nuevas
que suenen como filo de cuchillo
(separo)
como incendio del bosque
(destruyo)
como vuelo del águila
(huyo)
como fondo del lago
(descubro)
como copo de nieve
al caer sobre la tierra tibia
(muero)



**Alejandro Mendez Casariego, La mujer del Samurai, La gran Nilson, 1ra ed.- 2019

lunes, 5 de agosto de 2019

4 poemas de Adélia Prado







IMPRESIONISTA


En una ocasión,
mi padre pintó toda la casa
de anaranjado brillante.
Durante mucho tiempo vivimos en una casa,
como él mismo decía,
constantemente amaneciendo.



*


SOLAR


Mi madre cocinaba exactamente:
arroz, porotos morados, salsa con papitas.
Pero cantaba.



*


AMOR VIOLETA


El amor me hiere debajo del brazo,
en un hueco entre las costillas.
Alcanza mi corazón por esta vía inclinada.
Pongo el amor en un mortero con ceniza
y granos morados y trituro. Lo macero,
hago de él un cataplasma
lo pongo sobre la herida.



*



LA SERENATA


Una noche de luna pálida y geranios
él vendría con boca y mano increíbles
a tocar la flauta en el jardín.
Estoy en el comienzo de mi desesperación
y solo veo dos caminos:
o me vuelvo loca o santa.
Yo que rechazo y desapruebo
lo que no sea natural como sangre y venas
descubro que estoy todo el día llorando,
los cabellos entristecidos
la piel asaltada de indecisión.
Cuando él venga, porque es cierto que viene,
¿de qué manera voy a llegar al balcón sin juventud?
La luna, los geranios y él serán los mismos
- solo una mujer entre las cosas envejece.
¿De qué manera voy a abrir la ventana, si no soy loca?
¿cómo la cerraré, si no soy santa?Gr



**Adélia Prado, Poesía reunida, Griselda García Editora, 2019 1ra ed.-

7 poemas de Amelia Biagioni







CANCIÓN DE CUNA PARA UN NIÑO MUERTO


Te alzaron de noche
las Siete Cabrillas.
De tu ausencia larga
mueren mis rodillas.

Te ciñen, te mecen
mis brazos vacíos.
Duérmete en el fondo
de los huesos míos.

Dejaste en mis pechos
la tierra y el mar.
Pechos de la luna
te dan de mamar.

Arrorró, lejano
nardo, niño frío,
arrorró! Te siento
llorar el rocío.

Con cuna vacía
ya estoy en el suelo.
Por tus piececillos
en mi desconsuelo.

Tus ojos -mis ojos-
se abren en las flores.
Duerme, que estoy ciega;
niño azul, no llores.

Ramo de mis venas,
esta madrugada
vuélvete a mi pecho:
¿no me ves talada?



*



TORRE DEL TÉ


Sobre infinitos pisos y negocios,
bebo magia de té dorado.
El ventanal profundo está ofreciéndome
un abismo de pórtland delicado.

Con la liviana llave de esta altura
abro el sueño de la ciudad;
y en la tarde, los prismas angustiados
se disfuman en ancha suavidad.

Quizás son voladoras estas torres,
donde milagros se aposentan
entre palomas, torres donde viven
los que de la ternura se alimentan.

En el río, que acaso es lento beso,
mezo un barquito, y Dios, el día.
De una calle, o del rastro de mis ojos,
alzo la miniatura de un tranvía.

Y a ti te olvido, hombre diminuto
como un terroncito de fe,
porque temo que te arroje mi mano
al misterio de mi taza de té.



*


EL AMOR


Solitario a quien palpo,
dios de mi soledad,
ven a tientas,
no hay nadie en la tierra,
nadie más,
y no tengo nombre.

Vengo de lo absoluto de tus fábulas,
cuido tu azar y tu silencio,
y he visto en tu espalda
el rostro que buscas cruzando visiones.

Con todo el amor y la vida
yo te conozco,
solitario, muchedumbre,
y te pregunto
quién eres.

Hombre mío sin bordes,
ven entero,
ven hasta la muerte
y no más, no hasta la tristeza,
ven a tientas,
y desde adentro fórmame
guitarra sin fin,
y lo que arranques,
mi hondo sonido de la especie,
arrójalo con júbilo
a la sombra constante,
amor mío, elemento,
a la tiniebla original arrójame,
así, contigo.



*



LA LLOVIZNA



Yo, con la vaga frente en la balada
y el talón en el musgo de los siglos,
yo, que inventé el otoño lentamente
y gris y lentamente soy su vino,
yo, que ya agonizaba cuando el hombre
me amó para nombrarme "la llovizna",
yo, que cruzando su durar lo nublo
de eternidad y de melancolía,
yo, que debo medir la soledad
entera, y desandar todo el recuerdo
y más, y gris y lentamente el día
señalado asperjar el fin del tiempo,
yo, a veces, mientras limo tristes mármoles
y herrumbro amantes, pienso que en la tierra
no existo, que tan sólo voy cayendo,
así, de la nostalgia de un poema.



*



2


Tengo una herida siempre verde
que reconoce el filo
del nombre oculto en la neblina.



*



6


Quisiera decir la pasión
aterradora del universo en la noche,
su ardiente abrazo que abandona.



*


Entré en mi espesura
y vi tu nombre escrito con árboles.



*



**Amelia Biagioni, Poesía completa, Adriana Hidalgo Editora, 2009, 1ra ed.-