viernes, 11 de octubre de 2019

3 poemas de Aníbal Costilla






LA LLOVIZNA SE DETIENE


La llovizna se detiene en el aire:
no necesita caer para recibirla.
Está ahí, como un racimo blanco.
Extendemos las manos para tocarla,
con cuidado, como si pudiera quemar
como chispas que saltan del carbón encendido.

Los lapachos ya no sentirán el espasmo,
sus flores también caen en violeta lluvia
sobre el suelo y por debajo de la luz.
Pronto el rocío encenderá las lámparas
cuando el sol, vencido, se desplome
detrás de las lomas inalcanzables.



CONQUISTADORES

Se duermen las horas de la noche
y la muerte acecha
como un mal pensamiento.
La llovizna es un temprano susurro
que hechiza la voluntad
para decirle adiós a la esperanza.

Vamos, Vida, no detengas tu tambor.
Somos conquistadores sin reino.



LEY


El aroma del día
anima la soledad
de hombres y mujeres laboriosos:
es la antigua ley de las almas simples.



**Aníbal Costilla, Memoria del canto, Ediciones Camelot América, México, 1ra ed.-

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